Es interesante, pero cuando se hace una búsqueda en línea usando las palabras “traductor de documentos” las primeras páginas de búsqueda de Google están plagadas de opciones de softwares de traducción de todos colores y sabores. Muchos son gratuitos, otros ofrecen un cierto número de palabras gratis y luego una licencia, y otros más ofrecen también conversión de un formato de documento a otro.
En el siglo XXI muchas personas piensan que traducir usando un software traductor de documentos es lo mismo que hacerlo con un traductor de carne y hueso. Por supuesto no se trata de convencer a nadie de que no recurra a esas herramientas, finalmente están al alcance y pueden sacar de un apuro. En mi experiencia esos softwares funcionan razonablemente siempre de un texto breve, en que no importe gran cosa la redacción y cuando se busque resolver una necesidad en un momento de apuro.
¿Por qué decimos esto? Sencillamente porque para traducir documentos con calidad no basta reemplazar las palabras que están en una lengua por las de otra lengua. Se trata de dar estilo, tono e intención al texto; encontrar el registro, la terminología. Además es muy importante tomar en cuenta las diferencias culturales. El documento final a cargo de un traductor de documentos profesional debe parecer que se escribió originalmente en la lengua meta y fluir naturalmente para la audiencia.
No se trata de estar en contra de la tecnología, de ninguna manera. Sería absurdo hacerlo cuando la tecnología nos facilita la vida en tantos aspectos, aunque la discusión suele llevarnos a la pregunta: “¿Acaso el traductor de documentos es una especie en extinción ante estas opciones?” ¡De ninguna manera! La tecnología está a nuestro alcance y seríamos muy ingenuos si no la aprovecháramos.
Tenemos herramientas como las memorias de traducción y la conformación de nuestras bases de datos terminológicas que nos permiten nutrirnos de nuestro propio trabajo y del trabajo de nuestros compañeros. Esas ayudas nos permiten unificar terminología, guardar soluciones a problemas complejos que alguna vez hemos resuelto y usar proyectos pasados como base para proyectos futuros. Con estas opciones podemos guardar historiales de trabajos de clientes específicos y así ofrecer un producto más unificado y de mejor calidad con los componentes humanos mencionados más arriba, pero aprovechando la tecnología. Además, tenemos infinidad de búsquedas en línea y foros de traducción donde podemos comentar dudas y buscar opciones con colegas.
Una vez más, entiendo que muchos de estos softwares aparecen antes que las empresas de traducción o el traductor de documentos al momento de una búsqueda en Google, y entiendo que hay personas que pudiesen discrepar porque con que el texto sea medianamente o pobremente entendible, pero gratis, con eso se dan por bien servidas. Sin embargo, todavía hoy un ser vivo sigue siendo su mejor opción… ¡Ciertamente no somos gratis porque no vivimos de bits y bytes, pero le daremos el toque humano y de calidad que un software todavía no puede igualar!