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La Sublime Tradición del Regateo: La Traducción

Profesionales en la Traducción

Cuando trabajamos como Traductores independientes, el establecer nuestras tarifas suele ser una de las tareas más arduas, y uno de los puntos de frecuentes quejas de los clientes. Por alguna razón, la Traducción suele percibirse como un servicio cuyo costo debe negociarse, o una actividad que está apenas por encima del trabajo voluntario. Es posible que esto se deba a la idea extendida de “yo hablo perfecto inglés (francés, etc.)  y podría hacerlo pero no tengo tiempo”, “si hablas una lengua extranjera puedes Traducir”, “la palabra hablada o escrita debe ser barata”, “cualquiera puede Traducir”, y cosas por el estilo.

Hace poco un alumno Traductor me platicaba sobre un cliente que después de escuchar su cotización le dijo, “le ofrezco la mitad”. Y hace poco un cliente me dijo, “y por qué tanto, si no es tan complicado”, o a un colega le dijeron “por qué tan caro, ni que fuera qué…”

El consejo de hoy para nuestros amigos Traductores es: no lo tomen personal. El cliente suele pensar en voz alta.

La necesidad de ahorrarse “unos centavos” está en todo, y la Traducción no es excepción. Cierto es que solemos molestarnos por esto, pero  no lo tomemos personal. El cliente tiene ideas equivocadas o bolsillo estrecho, ése no es nuestro problema, o tal vez no tenga la menor idea; su concepto es con respecto a la Traducción o los Traductores en general, no con respecto a nosotros en lo personal.

El consejo de hoy para nuestros amigos contratantes de servicios de Traducción: aprecien el trabajo del Traductor, es un profesional como lo es un  médico o un contador, que se ha preparado. Si tienen duda de su competencia o se preguntan por qué cobra lo que cobra, pregúntele al traductor sobre lo que hace y cómo se ha preparado, y verán que es un prestador de servicios serio y profesional, como muchos otros.

Para nuestros colegas jóvenes, pregunten a los que han recorrido camino. Cultiven la dignidad de su profesión desde el principio.

De cualquier manera, si queremos que nos traten como profesionales, ¡comportémonos y preparémonos como profesionales!, seamos honestos con nuestro trabajo y nuestras tarifas, seamos transparentes sobre lo que nuestro servicio incluye, pongamos nuestro ofrecimiento por escrito (y busquemos autorización también por escrito), eduquemos al cliente y luego relajémonos. De cualquier manera, les aseguro que el que no quiere pagar por una traducción, sea cual sea su idea preconcebida, no lo hará (¡al menos con un profesional!).

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