Jerónimo de Aguilar es bien conocido entre los intérpretes mexicanos. La embarcación en que viajaba Aguilar, y su compañero Gonzalo Guerrero, naufragó cerca de las costas mayas. Ambos vivieron años entre los mayas de la región, y a raíz de eso, Aguilar hablaba el maya con soltura.
Cuando Hernán Cortés y sus hombres llegaron a esa región, uno de sus objetivos era encontrar a Guerrero y Aguilar; sabían de buena fuente que estaban con vida y consideraban que tenerlos consigo sería útil para sus fines.
La historia de Jerónimo de Aguilar como intérprete maya-castellano-maya es bien conocida para el gremio de los intérpretes porque su trabajo, en coordinación con el de Malítzin (Doña Marina, “la Malinche”) fue fundamental para la caída de México Tenochtitlan. Sin embargo, la figura de Gonzalo Guerrero rara vez se menciona. Quizá porque no fue intérprete para los conquistadores; pero quizá, sobre todo, porque luchó contra los españoles en la región maya y se convirtió en su dolor de cabeza.
En su novela “La Senda del Jaguar”, Antonio Guadarrama Collado habla de Gonzalo Guerrero, de su amor y gratitud por la cultura maya, de su habilidad como guerrero y de su decisión de nunca participar en la conquista española aunque en ello le fuera la vida.
Aguilar se convirtió en intérprete de los españoles, dejando atrás la vida que había ya hecho entre los mayas, abandonando mujer y posición. Por otra parte, Gonzalo Guerrero se convirtió en defensor de sus tierras adoptivas.
Hablando de los españoles Gonzalo:
“No los despreciaba, simplemente no quería que llegaran y destruyeran aquella cultura que había aprendido a amar. Lo había visto a su llegada, presencio y fue cómplice de infinidad de crímenes de los que estaba arrepentido. Y no le quedaba duda de que el día en que Ch’aak Temal fuera conquistada por los españoles, ese día comenzaría a morir.”
Mientras Aguilar participaba de la conquista como intérprete, Gonzalo vivía a salto de mata. Aguilar fue pronto desplazado por las habilidades como intérprete que Malítzin desarrolló, y cuando Malítzin aprendió castellano, Aguilar quedó relegado como intérprete.
México Tenochtitlan cayó, y Guerrero luchó en Yucatán hasta poco después de ese momento. Al principio la táctica era dejar a los españoles sin suministros, dejando vacías las aldeas que encontraban a su paso. La selva hacía el resto. Más tarde, hubo necesidad de guerrear principalmente en contra de la gente de Francisco de Montejo, quien odió a Gonzalo Guerrero con todas sus fuerzas.
Gonzalo Guerrero murió combatiendo a los españoles; y en ese momento la novela, dice:
“El homicida se detuvo un momento a ver al hombre del que tanto se hablaba en aquellos rumbos, del que tanto se discutía, el renegado, y por renegado, no pensaban darle la gloria histórica, mencionarlo sería engrandecerlo, aplaudir su traición. ¡No lo merece! Que nadie escriba sobre él. Que nadie mencione en sus cartas al náufrago Gonzalo Guerrero. Pero mi señor, ya otros lo han hecho, ¡Pues que no se escriba más! ¡Aquí no existió!”
Así fue. Gonzalo Guerrero quedó en el olvido de la mayoría, especialmente de la historia oficial. Por el contrario, para los intérpretes, Jerónimo de Aguilar tiene relevancia como intérprete clave para Cortés. No los olvidemos: a Jerónimo de Aguilar como referente obligado de la interpretación en México; a Gonzalo Guerrero como referente de la lealtad, la valentía y la fidelidad a nuestra gente.