«Como muchos, he estado entre estas paredes durante varios meses. ¿A dónde iré cuando termine el confinamiento? ¿Qué actividades podré retomar? ¿Qué habrá cambiado?» «¿Dónde están todos?» «¡Hola, hola?» Si se pregunta esto, querido traductor profesional, no está usted solo. ¡Somos millones preguntándonos lo mismo!
En efecto, todos queremos que termine el confinamiento y ahora que estamos casi ahí, nos sentimos como cuando tenemos un regalo frente a nosotros y no nos atrevemos a abrirlo. Nos dicen que el semáforo está en rojo; que luego estará en amarillo; que cuando eso ocurra seremos un poco más felices, y menos dichosos que cuando esté en verde. Como traductor profesional en confinamiento me suena más que familiar porque en las noticias parecen arrebatarse las notas sobre el tema. Y yo ya no sé qué sigue.
En lo profesional creo estar preparado, como muchos, con nuevas herramientas; tomé todos los cursos posibles de traducción escrita y de interpretación a distancia (les recuerdo que al intérprete suelen llamarle también traductor profesional de la interpretación). ¡Nada podrá detenerme!
Después de innumerables discusiones del gremio, hemos llegado a la conclusión, de que el mundo de los eventos quedará en un esquema híbrido; de eso hablamos ya en una entrega previa. A este respecto, muchos colegas traductores profesionales de la interpretación hemos conversado; hemos explorado las herramientas de la interpretación a distancia. Estamos listos para ofrecer la opción a nuestros clientes. Ya veremos porque de acuerdo con Jaime Salazar, presidente del Consejo Mexicano de la Industria de Reuniones (Comir): «El año 2020 es un año perdido para la industria de reuniones, una industria que espera que 2021 pueda reponer las pérdidas que vienen arrastrando desde el 2019». Aun así, nuestro gremio debe prepararse y adaptarse para lo que sigue; no es la primera vez que enfrentamos crisis.
Evolucionando como traductor
Ya con el aspecto profesional cubierto me declaro «un traductor profesional post-pandemia», pero alguien puede decirme: «¿Qué habrá de normal en butacas separadas por un metro de distancia o gimnasios donde las máquinas deberán reservarse para no sudar hombro con hombro? ¿Cuándo volverán los conciertos y los partidos de fútbol con la libertad de abrazar al fanático de al lado? ¿Cuándo volveremos a disfrutar de un bufet? ¿Cuándo podremos visitar a los abuelos nuevamente?» No hay respuesta todavía porque algunos coinciden en que la normalidad volverá hasta que haya una vacuna. De manera que no pensemos que un día despertaremos y todo esto habrá sido un sueño. Viéndolo positivamente, de acuerdo con vivirenpoblado.com, somos privilegiados por haber vivido una pandemia en este siglo y no en tiempos de la gripe española. ¿Por qué? Porque:
El arte y la cultura han sido en muchos casos válvulas de escape al contexto mediático que vivimos, haciéndonos reír, llorar, reflexionar, o en otros casos siendo el dedo en la herida, acentuando mucho más la realidad, mediante noticias, series, películas, documentales y libros sobre lo que pasa hoy a nivel mundial.
Y prosigue:
Y es que cuando hablamos de creatividad no es solo en temas artísticos o culturales, hay que reconocer también la importancia de esta habilidad en todas las demás industrias que hoy están sacando a flote la muy aclamada expresión de moda “capacidad de reinvención”, repensando nuevas estrategias para que la adaptación a la realidad sea “más fácil” y en el corto, mediano y largo plazo puedan sobrevivir.
Hemos sido creativos, aunque esa creatividad sea únicamente un mecanismo de defensa, coincidiendo con la misma fuente:
Además, no nos vayamos muy lejos, esto no solo lo están haciendo las empresas sino también cada uno de nosotros como persona, reinventando nuestras rutinas, pensamientos, hobbies y hasta proyectos de vida en general. Esto es solo una pequeña muestra de lo que podemos hacer y hasta dónde podemos llegar ante la situación actual.
Charla con dos clientes
Con todo lo anterior en mente, y sintiéndome súper creativo y preparado, hoy reflexiono con base en conversaciones que tuve con dos clientes que tengo como traductor profesional. Uno me dijo que no podía más; que le era ya muy difícil mantener reuniones a distancia sin poder ver claramente el lenguaje corporal de sus contrapartes (aspecto esencial en su trabajo). Mencionó, también, que en una de las reuniones en que participó a distancia había intérpretes y que, si bien el traductor profesional lo había hecho muy bien, no se le escuchaba correctamente.
Es muy probable que la reunión no se haya planeado adecuadamente en cuanto que el intérprete contara con un micrófono idóneo. También mencionó que a veces «medio se cortaba» la comunicación, es decir, la conexión quizás dejaba mucho que desear. ¡Ya empezamos a ver casos concretos de clientes en el campo con el uso de IaD (Interpretación a Distancia)! ¿Acaso la tecnología no le está sirviendo o no está siendo creativo para «leer» a sus contrapartes? Obviamente está haciendo uso de todo lo que tiene a su alcance (incluyendo la IaD), está siendo creativo, simplemente no parece ser suficiente para satisfacer sus necesidades particulares, al menos no en este momento.
La cara feliz del confinamiento
El otro cliente con el que hablé estaba feliz trabajando «en home», como me dijo. Con el teléfono de la oficina y el barullo de su departamento más allá de las paredes de su casa, está encantado de la vida y más feliz todavía de seguir así un tiempo más. Asimismo, lo escuché entusiasmado en cuanto que las cosas comienzan a moverse, en que la tecnología le permitía trabajar muy bien y que pronto requerirá de mis servicios como traductor profesional. ¿Acaso ha sido más creativo que mi primer cliente o acaso se ha reinventado o adaptado mejor? No lo sé, lo que sí me di cuenta palpablemente con ambos es que cada persona tiene necesidades distintas y que unas pueden satisfacerse a distancia y otras no tanto, precisamente, el mismo día.
Con estos dos casos, y al margen del aspecto de la creatividad, vemos cómo los clientes están ya volviendo a requerir de los servicios, y es importante que yo, como traductor profesional, esté ahí para ellos.
¿Nos estamos reinventando o estamos resistiendo?
Todavía no sé si estamos reinventándonos o solamente resistiendo con las herramientas que hemos desarrollado, pero la realidad es que es importante «seguir pataleando» para no hundirnos. De acuerdo con psiquiatra Jorge Tizón: «No hay nada más contagioso que las emociones, ni siquiera el coronavirus». Él dice: «Estamos programados genéticamente para responder a la pandemia con una serie de emociones primigenias, entre ellas el miedo». Adicional al miedo, menciona: apego, imposición del cambio y tristeza (o apatía) resultante de una amenaza (o reto). Quizás mi primer cliente estaba lidiando hoy con la «imposición del cambio» porque no estaba a gusto con las condiciones impuestas para desempeñar su trabajo. El segundo, quizás, estaba menos «apegado» a sus condiciones anteriores de trabajo y por ello se siente más tranquilo con su circunstancia actual. Ambos están lidiando con una readaptación, no me queda la menor duda, como todos los demás estamos haciéndolo también.
En estos tiempos en que nos dicen que lo que nos espera es una «nueva normalidad», muchos no sabemos a qué se refieren o a dónde vamos. Un gran número de personas seguirán trabajando desde casa, como yo que soy traductor profesional, pero otros ya están en las calles; unos disfrutarán de quedarse guardados lejos del barullo y el tráfico, en tanto otros no se sienten cómodos con las condiciones actuales de trabajar y vivir. Con base en ello es que pongo atención cuando alguien dice algunas cosas cambiarán y que otras nada más tardarán un poco más de tiempo en regresar al estado en el que estaban.
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