Cortesía hacia un Intérprete
En una entrega anterior hablamos de la cortesía o los buenos modales dentro de la cabina de interpretación; sin embargo, también podemos hablar de la cortesía fuera de la cabina, y en esto no me refiero al comportamiento de un intérprete con otro, sino a la relación entre el cliente y el intérprete.
En más de 20 años de carrera he tenido contacto con clientes, oradores y escuchas de todo tipo. He trabajado con gente amable, considerada y educada, que reconoce el papel importante que el intérprete juega en el éxito de su junta, conferencia o congreso; de la importancia que tenemos para que la comunicación fluya, y nos tratan con base en ello.
No obstante, también me he topado con personas que nos tratan como a un mal necesario al que hay que tolerar. Y aunque esto pudiera sonar exagerado, veo con cada vez mayor frecuencia situaciones de extraordinaria descortesía hacia los intérpretes que podrían, incluso sobrepasar la fina línea hacia el maltrato.
Mis colegas intérpretes no me dejarán mentir, hay situaciones en que no se nos permite hablar con el orador o se nos niega material de apoyo o se nos ubica detrás de una cortina o mampara (o en otra sala) para que no nos veamos, o donde no se considera importante que podamos ver al orador mientras habla. Es común almacenar cosas atrás o a un lado de nuestra área de trabajo para “que no estorben”; es frecuente que carezcamos de conexión eléctrica (¡gracias a los técnicos que sí piensan en ello!) o acceso a Internet. También, es común que nos pidan que trabajemos durante la comida (sin considerar que también tenemos que comer) o se hagan ajustes al horario que extienden nuestras horas de trabajo sin previo aviso. La gente suele platicar o a hacer llamadas atrás de nosotros, o se paran enfrente de la cabina obstaculizando nuestra visión, introducen micrófonos en la cabina (o lo intentan), nos cierran la puerta sin preguntar… ¡la lista es larga!
Llevado a un extremo, hemos visto que se le prohíbe al intérprete tomar una taza de café del servicio de cafetería, o un vaso de agua (hace poco a una colega le permitían tomar agua sólo en tanto los participantes no la vieran), se les prohíbe encender la computadora y no se considera que los intérpretes necesiten tiempo para comer, hacer una llamada telefónica o ir al baño.
Y si bien la agencia contratante muchas veces trata de sensibilizar al cliente sobre estos detalles, la educación, la cortesía, la consideración suelen estar ausentes.
Estas finas líneas están presentes en todas las interacciones humanas: en casa, en la calle, en la oficina, con los vecinos, ¿por qué no en el entorno donde se necesita de intérpretes de conferencias? No somos excepción. Es buen momento para hacer un llamado a los clientes, oradores y escuchas… ¡los intérpretes somos, ante todo, seres humanos y merecemos un trato cortés y considerado! Estamos ahí para ustedes, para que ustedes se comuniquen, para que queden bien, para que cierren el negocio, limen asperezas con su cliente, o para que venda su producto… ¡somos sus oídos y su voz!
… ¡Después de todo, la cortesía puede ser contagiosa, vale la pena intentarlo!
¿No me creen? Vean esto: (Consultar información)