El pasado mes de febrero nuestra empresa cumplió 25 años en el mercado. Conformada en los inicios del Tratado de Libre Comercio en los ochenta, comenzamos la conformación de un equipo de profesionales en los campos de la traducción, la interpretación y áreas afines, que ha rendido frutos en estos veinticinco años.
Actualmente, tenemos muchas herramientas que antes no existían y que nos mantienen en contacto con nuestros clientes y colegas, que nos facilitan las actividades administrativas y técnicas. No obstante, a veces pienso que hemos vivido tantos cambios que hemos perdido la capacidad de asombro, y para muestra un botón: en nuestros inicios visitábamos al cliente para ofrecer nuestros servicios, no había otra manera más que eso, la llamada telefónica y algunos directorios, algunos de uso general y otros por sectores. Más tarde, cuando el cliente decidía recurrir a nosotros, íbamos nuevamente a verle para cotizar su documento y hacíamos un tedioso conteo manual, regresábamos a la oficina y elaborábamos la cotización, íbamos a dejarla, regresábamos por el documento autorizado para empezar a trabajar porque habitualmente no nos lo daban de inicio, íbamos a entregar, luego a meter factura a revisión a veces en fecha posterior; finalmente, íbamos por el cheque, casi siempre en horarios mortales como de viernes de 2:00 a 2:15 pm, siempre limitado. Trabajábamos en máquina mecánica, con corrector de papelito, repetíamos hojas enteras si nos equivocábamos. Después, se generalizó el uso de la máquina eléctrica y más tarde trabajábamos en computadoras de pantalla negra y cursor verde fosforescente.
Las agencias que se anunciaban en el Directorio Telefónico eran 16, más tarde llegaron a una 50 o 60, unas aparecían y desaparecían.
Nosotros seguimos trabajando para nuestros clientes y colaboradores, pero hoy recibimos un correo electrónico con el requerimiento y a veces con el documento de inicio en una pantalla brillante, con programas amigables que en muchos casos ofrecen conteos de palabras, cotizamos desde la oficina, el cliente nos autoriza desde la suya, entregamos por correo electrónico la mayoría de los proyectos. Los pagos son por transferencia y si bien trabajamos muy de cerca de nuestros clientes, es posible que pase mucho tiempo sin que cada quien se mueva de su oficina.
La industria ha cambiado mucho en estos 25 años, los cliente han cambiado, los intérpretes y los traductores tampoco son los mismos, los receptores, las cabinas y los recursos técnicos tampoco lo son. Tenemos memorias de traducción, herramientas de búsqueda, diccionarios en línea y electrónicos, procesadores de palabra, y documentos de referencia en la punta de los dedos.
Y cuando pienso esto, sé que ha valido la pena, que la traducción y la interpretación son campos fascinantes de trabajo, que nuestros clientes nos han llevado de la mano en sus proyectos, que hemos aprendido juntos y ¡que vengan 25 años más!