Los traductores, intérpretes o hablantes de una lengua que consideran que su lengua no debería contaminarse con otras lenguas se denominan puristas.
En una edición reciente de la revista editada por la American Translators Association, ATA, se incluye un artículo interesante al respecto. La autora, Nataly Kelly, dice “Had the linguistic purists in Shakespeare’s day been successful, the English language would never have benefted from the hundreds of new words and phrases he popularized, such as “fashionable”, “sanctimonious”, “full circle”, and many others.” Es cierto, por una parte queremos que la gente hable bien, que los demás no contaminen nuestra lengua – siempre es el otro. Pero, por otra parte, queremos comunicarnos con otras culturas, comerciar, tener intercambios culturales, educativos, profesionales. ¡Imposible hacerlo sin que nuestras respectivas lenguas se influyan!
Quizá lo que ocurre más bien es que tenemos sesgos y algunos hablantes pensamos que no solo nuestra lengua debería mantenerse impoluta e inmóvil en tanto lo demás cambia; sino que, de acuerdo con Kelly, aun cuando notamos variedades de una misma lengua, de cualquier manera no sabemos cuál ha de ser el estándar.
La lengua es un ser vivo y cambiante, al igual que nosotros. Como intérpretes, traductores profesionales o como hablantes tenemos que abrirnos a esa noción. Cuidar lo necesario nuestra lengua está bien; conocer sus reglas ortográficas y usar las palabras correctamente, está bien también. Pero no caigamos en excesos, no seamos más papistas que el Papa o puristas incorregibles. Kelly termina diciendo, “We can either adoptan open, accepting app roach to language or a fearful and pur is tone. Which one sounds more mature?”
El artículo de Nataly Keyy se llama “How Mature Are We, Really, When It Comes to Language?” y aparece en el número de abril de 2013 de The Chronicle, The Voice of Interpreters and Translators, publicación mensual de la ATA.