OTRAS CUATRO COSAS CON LAS QUE UN TRADUCTOR DEBE TENER CUIDADO
Considerando que nuestros clientes no tienen por qué saber muchas cosas del quehacer del traductor, y considerando que es nuestra tarea informarle siempre y salvaguardar nuestro desempeño, aquí van otras cuatro cosas con las que un traductor debe tener cuidado.
- Aceptar el regateo
Una cosa es regatear, otra cosa en negociar. Como cualquier otro profesional, el traductor debe dar a respetar lo que su trabajo vale y puede, por qué no, dar algo a cambio. Y no se trata de no negociar con un cliente, más bien se trata de no caer en la tentación de que se nos pague lo que el cliente desee pagar porque sencillamente no considera que nuestro trabajo lo valga (de esto hemos hablado muchas veces) o aceptar cualquier cosa con tal de que el cliente se quede. Aquí el traductor, en vez de aceptar que su trabajo debe valer menos, puede negociar, por qué no. Digamos podría otorgar un descuento (que no reconsideración de tarifa) por pago anticipado o alguna otra opción que haga saber al cliente que somos flexibles pero sin faltarnos al respeto como traductores profesionales.
- Creer la promesa de “este es el principio pero tendré muchísimo trabajo para usted”
¡Cuántas veces habremos escuchado esto de un cliente de primera vez, regateador y exigente! Démosle el beneficio de la duda, pero demos las concesiones después. En nuestra experiencia ésa suele ser una de las promesas menos honradas y más usadas por clientes que no quieren pagar lo que un servicio profesional de traducción vale. Si más adelante resulta cierto, podremos darle alguna concesión, según consideremos pertinente.
- Revisar el trabajo ya hecho
¡Esta también es común! Cuando un cliente dice que el trabajo está hecho, que solo quiere que lo revisemos y corrijamos. ¡El trabajo suele ser más duro que hacer la traducción desde el principio! No recomendamos al traductor aceptar este tipo de encargos. Una buena opción para librarnos de esto es cobrar la traducción y revisión igual. Muchas veces es mejor hacer el trabajo desde cero y si le cuesta lo mismo, el cliente optará por la traducción.
- Yo lo haría
¡Cuidado! Sentirnos ofendidos cuando un cliente nos dice que él podría hacer el trabajo pero no lo hace por falta de tiempo, no debe ser tentación para enojarnos o dar concesiones. Si apreciamos nuestro trabajo como traductores profesionales, seguramente encontraremos la manera de transmitírselo en forma cortés pero firme.
¡Esperamos que estas reflexiones sean útiles a nuestros colegas traductores! ¡Hasta la próxima!